La artritis reumatoide es un trastorno inflamatorio que afecta especialmente a personas de la tercera edad. No siempre se entiende esta enfermedad en toda su complejidad y es importante saber bien cómo afecta a la persona para empatizar con
ella y poder ayudarle de la forma más acertada.

La artritis reumatoide se trata de una enfermedad de carácter crónico, es decir, no tiene cura posible y se caracteriza por su cualidad degenerativa. Esto significa que con el paso del tiempo la enfermedad empeora progresivamente y requiere de cuidados específicos. El tipo de cuidado será el mejor método para reducir al máximo esta progresión mejorando la calidad de vida de las personas mayores que sufren de artritis reumatoide.

 

¿En qué consiste la artritis reumatoide?

La causa principal de la dolencia es la inflamación de la membrana llamada sinovial que recubre los cartílagos protegiéndolos. Estos tejidos se encuentran en las articulaciones y en las zonas que las circundan aunque en numerosas ocasiones la
enfermedad afecta a un radio más amplio llegando a dañar otros órganos. En algunas ocasiones las personas mayores ven cómo la artritis afecta a su riñón, corazón o pulmones agravando de forma notable su estado de salud y disminuyendo progresivamente su calidad de vida.

La mencionada inflamación de las membranas articulares provoca en los afectados un gran dolor y una notable rigidez que deriva de forma inmediata en una pérdida de movilidad. Estas molestias y este dolor característicos se sienten con mayor
intensidad por las mañanas mejorando con la actividad a lo largo del día.

Si la inflamación no es tratada adecuadamente y se mantiene sin control alguno se aumenta la degeneración de los tejidos y la enfermedad avanza rápidamente pudiendo dañar tanto huesos como ligamentos y tendones circundantes.


La consecuencia directa de este avance de la dolencia es la deformación de las articulaciones dañadas y, con ella, una pérdida cada vez más acusada de la capacidad de movimiento de las mismas. Así, con mayor incidencia en los ancianos, la incapacidad
de movimientos y la dificultad para realizar tareas sencillas se hace cada vez más notable y la vida cotidiana se transforma en un esfuerzo que acaba requiriendo la asistencia de otras personas, como familiares y cuidadores.

 

Síntomas de la artritis reumatoide

Es frecuente que la enfermedad se presente de forma silenciosa con algunos síntomas generales tales como la astenia o la fiebre. Se trata de síntomas que se pueden achacar a otras enfermedades o procesos temporales que no suelen despertar sospechas
en las personas que los padecen.

Pero, en realidad, el síntoma más destacado de la artritis reumatoide es el dolor y la rigidez en las articulaciones. Los afectados padecen una inflamación en estas zonas que se aprecia visualmente con facilidad y causa una gran molestia y dolor. Además, la
rigidez y el dolor se pueden asociar también a otros síntomas como la debilidad a nivel muscular o la aparición de nódulos en las zonas de mayor roce tanto en la zona externa de la piel como en el interior del cuerpo.

Cuando la enfermedad avanza la deformidad de las zonas afectadas también se hace más notable y el deterioro se va incrementando de forma progresiva. De este modo, el avance de la enfermedad puede afectar a otros órganos causando sequedad en la piel y también en las mucosas, inflamación lacrimal y una reducción general de los líquidos del cuerpo como los jugos gástricos, el flujo vaginal o las lágrimas. No menos reseñable resulta la posible afectación a órganos de vital importancia como los pulmones, el corazón o los riñones.


¿Cómo prevenir la artritis reumatoide?

Al no existir una causa concreta y determinada para el desarrollo de la enfermedad tampoco podemos contar con un método de prevención eficaz y definitivo que erradique el riesgo de sufrirla. No obstante, se pueden poner en práctica algunos consejos
relacionados con el modo de vida que favorezcan la reducción de las probabilidades de sufrir la enfermedad y fortalezca el organismo dotándolo de medios para luchar contra los síntomas y retrasando al máximo la aparición de los mismos.

La comida sana basada en el equilibrio y la riqueza nutricional se debe combinar con una actividad física frecuente y regular que fortalezca tanto los músculos como los huesos y mejore la circulación sanguínea.

Una vez aparecidos los primeros síntomas de la enfermedad, será imprescindible seguir con este ritmo de vida como tratamiento eficiente del dolor y como el mejor método de retrasar el avance de la artritis.

La visita regular al médico especialista para controlar el proceso y la actitud positiva que ayude a mantener esa vida activa tan necesaria serán factores determinantes que ayuden al anciano a hacer frente a su dolencia.

En todos los casos, los familiares o cuidadores que se encargan de la asistencia o cuidado de alguna persona de edad avanzada deberán tener una especial atención a los síntomas de la artritis para favorecer la reducción del dolor y ayudarlos a mejorar su
calidad de vida.