Cuidar la alimentación es clave para la salud de los seres humanos. Esto es así en todas las etapas de la vida, y las personas de mayor edad no solo no son la excepción, si no que mantener una alimentación sana y equilibrada es de mayor importancia.

Alrededor de la alimentación y la dieta se ha formado una serie de creencias las cuales algunas son ciertas mientras que otras son sencillamente mitos. En este artículo vamos a analizar algunas de las más comunes.

 

Los colectivos con mayores ingresos son los mejor alimentados.

Esto no es cierto, ya que una dieta puede tener buena presentación, tener buen sabor y ser equilibrada en nutrientes, con un coste razonable y no necesariamente elevado.


Las personas mayores, cuando están encamadas apenas consumen energía.

Esto no es así, ya que aún en reposo o encamado se produce un consumo basal de energía, que es el gasto energético basal o gasto energético en reposo, que en presencia de enfermedades (infecciones, quemaduras, etc.) puede incluso estar aumentado.

 

La pérdida de apetito en los mayores no debe alarmarnos, es algo normal.

Es absolutamente falso y además debe constituir un signo de alerta que hay que controlar. A menudo traduce una enfermedad orgánica o psicoafectiva.

 

Las personas mayores precisan menor consumo de agua.

Esto es absolutamente falso. Existe consenso científico en el que el “balance hídrico” (consumo de líquidos y líquidos eliminados) en mayores sanos se sitúa en torno a 2.500 cc de líquidos totales al día (agua potable o mineral, zumos, caldos, infusiones, agua
de los alimentos, etc.).


Todos los mayores necesitan las mismas cantidades de alimentos.

Esto no es cierto. Las ingestas recomendadas de alimentos para las personas mayores dependen de la edad de la persona mayor y de las enfermedades que se padezcan, debiendo individualizarse.


Los mayores precisan dietas ricas en proteínas.

Las proteínas son fundamentales en una dieta equilibrada, pero deben ser consumidas con moderación, ya que su exceso puede provocar una sobrecarga de la función renal, así como un mayor riesgo de gota o litiasis renales.

 

Los adultos, y sobre todo los mayores, no necesitan tomar leche.

Esto es falso. La leche es importante en todas las etapas de la vida (lactancia, crecimiento, adolescencia, adultos, y mayores) por su aporte de proteínas y calcio. En los mayores se recomiendan 3-4 raciones/día de lácteos, utilizando leche semi o desnatada, suplementada en vitaminas liposolubles (A, D, E y K).

 

Los mayores no pueden consumir alimentos fritos.

Esto no es cierto. Se pueden consumir pero con moderación, ya que el aceite aumenta la cantidad de calorías, lo que puede originar un aumento de peso y puede inducir a la formación de cálculos biliares y arteroesclerosis.

 

La gelatina es muy nutritiva para los mayores.

Esto es erróneo. La gelatina no es muy nutritiva, ya que una porción aporta aproximadamente la misma cantidad de energía que un vaso de refresco.


Los mayores no deben tomar vitaminas porque engordan.

No es verdadero. Las vitaminas no engordan porque no aportan energía al organismo.


Los mayores deben tomar vitaminas y minerales todos los días.

No es necesario si se tiene una dieta equilibrada y variada. En general, las vitaminas y minerales que el organismo necesita se consiguen con los alimentos y solo necesitan suplementar la dieta con vitaminas o minerales ante enfermedad o deficiencia y por
prescripción médica.


Los mayores solo han de tener cuidado con el café, porque contiene cafeína.

No es cierto. También el té, algunos refrescos y las semillas de cacao contienen cafeína en cantidades menores.


Un cierto grado de anemia ¿siempre es normal en los mayores y es por comer mal?

Esta afirmación no es cierta. Siempre que tenga anemia debe consultar al médico.


Es bueno en los mayores el sobrepeso/obesidad.

Esto genéricamente es falso. Ante un aumento de peso debe consultar a su médico, si bien es cierto que las personas que pierden más peso del que les correspondería con arreglo a sus características, y de forma involuntaria, tienen una supervivencia más corta.


En el estado nutricional de una persona mayor no influye la salud bucodental.

Esto es falso, ya que para conseguir un buen estado nutricional se requiere alimentarse adecuadamente, y está está estrechamente relacionada con una buena salud bucodental que permita masticar, deglutir y absorber los nutrientes de los alimentos.