La enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC está estrechamente relacionada con el hábito de fumar (90% de los casos) y con especial prevalencia entre las personas mayores que fuman más de 30 cigarrillos diarios.

El 40% de los fumadores de entre 60 y 69 años, que consumen estas cantidades de tabaco sufren esta enfermedad respiratoria que, por otra parte, está infradiagnosticada y se estima que sólo una de cada cinco personas con esta enfermedad están en tratamiento.

 La EPOC es la cuarta causa de muerte entre las personas mayores (176 por cada 100.000 habitantes en mayores de 75 años) y genera el 10% de las consultas de atención primaria, siendo más frecuente en hombres que en mujeres, en una proporción de cuatro a uno, si bien hay que señalar que en los últimos 20 años se ha duplicado la mortalidad entre las mujeres y que éstas presentan un riesgo de muerte por esta causa superior a la de los hombres.

La EPOC en los ancianos es más difícil de detectar debido a la existencia de otras patologías previas, como asma, cáncer de pulmón, insuficiencia cardíaca, bronquiectasias u otras.

Esta comorbilidad puede dificultar el diagnóstico de la misma y por lo tanto un retraso en la iniciación del tratamiento. Las actividades diarias son cada vez más difíciles de realizar y la persona se vuelve cada vez más sedentaria.

Existen unos cambios pulmonares debido al envejecimiento, que hacen que en las personas mayores sean más frecuentes las complicaciones.

 

Complicaciones de la EPOC en ancianos

  • Arritmias
  • Insuficiencia cardíaca
  • Neumonía
  • Neumotórax
  • Osteoporosis
  • Debilidad, pérdida de peso y desnutrición
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Deterioro cognitivo
  • Aumento en la frecuencia de caídas

Todas estas complicaciones se pueden producir en cualquier paciente con esta enfermedad, pero como hemos dicho anteriormente, en las personas mayores son más frecuentes debido a su estado de base.

 

Síntomas de la EPOC

La enfermedad pulmonar obstructiva crónica es una patología que es crónica, irreversible y progresiva, que se caracteriza porque engloba tres patologías diferentes:

  • Bronquitis crónica
  • Enfisema pulmonar
  • Enfermedad de la pequeña vía aérea
  • Tos
  • Expectoración
  • Aumento de la secreción mocosa
  • Dificultad para respirar
  • Cianosis
  • Disnea
  • Hiperreactividad bronquial
  • Hipertensión pulmonar
  • La EPOC se asocia con cierta frecuencia al cáncer de pulmón y la insuficiencia respiratoria

 

Diagnóstico de la EPOC

Existen muchos métodos para diagnosticar la EPOC, entre los que se incluyen el historial médico del paciente, el examen físico, la radiografía de tórax y la evaluación de la función pulmonar con la prueba de la espirometría.

La espirometría es una prueba pulmonar sencilla e indolora, mediante al cual el médico evalúa la cantidad de aire que el paciente puede expulsar durante una espiración forzada.

Si la cantidad de aire expulsado es menor de los niveles normales, puede ser un indicio de que las vías respiratorias están inflamadas, contraídas o bloqueadas por el moco, lo cual puede revelar que el paciente sufra la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Independientemente de las pruebas médicas, la tos crónica y los cambios respiratorios suelen ser  síntomas frecuentes y altamente sugestivos de EPOC, por lo que se debe acudir al médico de inmediato, sobre todo en el caso de las personas mayores, que son mucho más vulnerables a esta patología.

 

Tratamiento y prevención de la EPOC

La EPOC es una enfermedad que empeora, de forma gradual, a lo largo del tiempo independientemente de su tratamiento, ya que se trata de una enfermedad crónica.

Aunque los medicamentos disminuyen los síntomas y mejoran la calidad de vida, no pueden curar la EPOC. Las funciones pulmonares se deterioran con la edad, incluso en personas sanas, pero en el caso de los fumadores este deterioro es mucho más rápido, por lo que es básico advertir a la población sobre este riesgo.

La mejor medida en la prevención y mejora de la evolución de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica es no fumar o dejar de fumar cuanto antes.

El tratamiento médico incluye los medicamentos llamados broncodilatadores de acción rápida, que relajan y dilatan los bronquios y ayudan a aliviar la disnea.

Cuando los síntomas persisten, el médico suele recetar broncodilatadores de acción prolongada, y si el paciente tiene dificultades para respirar, se añaden al tratamiento corticosteroides inhalados, antibióticos y corticosteroides orales para evitar una infección bacteriana pulmonar.

Se recomienda a las personas que sufren EPOC que, cada año se pongan la vacuna contra la  gripe para evitar el empeoramiento de sus síntomas y la posible hospitalización.

También es conveniente que las personas con EPOC se pongan la vacuna antineumocócica para reducir el riesgo de contraer neumonía, una infección pulmonar que puede causar complicaciones a su patología.

En el caso de las personas que sufren EPOC en su nivel más avanzado, puede recomendarse el tratamiento de oxigenoterapia, que consiste en la administración de oxígeno al paciente.

Se aconseja, en todo caso, que el paciente tome una gran cantidad de líquido durante el día para reducir la acumulación de flema, ya que el agua es el mejor mucolítico que existe.

Para mejorar la calidad de vida de las personas que sufren la EPOC se recomienda la realización de ejercicio físico, dentro de las posibilidades de cada paciente, ya que mejora su calidad de vida y facilita el desarrollo normal de sus actividades.

Además, también es necesario que los pacientes de EPOC tengan una alimentación completa y saludable, dado que la pérdida de peso es uno de los peores síntomas de la evolución de la enfermedad.

En los casos de la enfermedad de la EPOC a nivel avanzado, puede ser necesario realizar una intervención quirúrgica de trasplante o reducción del volumen pulmonar.

La EPOC si no es tratada a tiempo, progresa cada vez más, produciendo mayor dificultad respiratoria que es potencialmente mortal, sobre todo en el caso de los ancianos, en los que se pueden dar con mayor frecuencia determinadas circunstancias que agraven la enfermedad, entre los que se incluyen:

  • Infecciones (virales o bacterianas)
  • Exposición a sustancias tóxicas o contaminantes
  • Efectos secundarios de medicamentos que afecten la respiración
  • Existencia de enfermedades cardiovasculares
  • Accidentes o lesiones en el pecho
  • Clima húmedo y frío