La memoria es un proceso mediante el cual se puede, registrar, codificar, almacenar, acceder y recuperar la información que en la práctica cotidiana se va adquiriendo.
Por lo tanto constituye para las personas una guía que fundamenta su conducta. La pérdida de la memoria es una amenaza siempre presente para los adultos mayores.
A continuación vamos a considerar los factores más frecuentes en los que se da pérdida de memoria y cómo estimular nuestro cerebro mediante ciertas actividades mentales y físicas.
Factores que influyen en la pérdida de memoria
La angustia y la depresión, el aislamiento y la inactividad.
Medicamentos que pueden interferir con la atención y eventualmente, producir daños cerebrales.
Enfermedades cerebrales: Alzheimer, lesiones vasculares o de otro tipo.
La memoria es como un músculo. Se debilita si uno no lo cuida y ejercita, entonces lo mejor que se puede hacer es entrenarla ya que la estimulación mental tiene como fin frenar o retrasar el deterioro que llega con la edad.
¿Qué es la estimulación cognitiva?
La estimulación cognitiva consiste en trabajar las capacidades cognitivas como son la memoria, el cálculo, la atención, el razonamiento…mediante ejercicios escritos u orales.
El principal objetivo de la estimulación cognitiva es mejorar o bien mantener dichas capacidades.
Para mantener nuestras capacidades cognitivas en forma debemos ejercitarlas todos los días.
Actualmente es el principal tratamiento para relentizar en la medida de lo posible la evolución de las demencias.
Todas las personas mayores aunque no tengan demencia, ni perdidas de memoria deben trabajar estas capacidades, bien mediante ejercicios de estimulación cognitiva o bien jugando a juegos nuevos, aprendiendo idiomas, a tocar instrumentos, algún deporte… ya que con la edad el cerebro también pierde capacidad.
Actividades para ejercitar la mente
Ser constantes y realizar una serie de actividades de lo que llamamos gimnasia cerebral es clave. Ésta consiste en una serie de movimientos corporales sencillos que activan o interconectan ambos hemisferios del cerebro, logrando las condiciones óptimas para realizar otras actividades y así mantener el cerebro activo, ya que se ha demostrado que cuanto más se utilice este órgano, más disminuye la posibilidad que se presenten fallos en sus funciones.
Estos movimientos y actividades ayudan a lograr la comunicación entre el cuerpo y el cerebro, lo que significa eliminar del organismo estrés y tensiones al mover la energía bloqueada y permitiendo que la energía fluya fácilmente por el complejo mente-cuerpo.
Estos sencillos “desafíos” o ejercicios pueden ser desde ducharse con los ojos cerrados a tratar de utilizar la mano contraria para realizar alguna actividad, leer en voz alta un texto o cambiar rutinas y aprender cosas nuevas.
Con actividades tan sencillas como estas conseguiremos mantener un nivel constante de actividad intelectual y, por lo tanto, mejoramos nuestro estado de ánimo.
Si a esto le unimos un componente social, participar en talleres, ya sea la pintura y dibujo, por su capacidad de activar y mejorar la perspectiva del espacio y la creatividad, y otras actividades manuales, nos serán de mucha utilidad para mantener nuestra mente en forma y, además, podremos compartir nuestras vivencias e inquietudes con personas de la misma edad que tienen inquietudes, problemas o aficiones similares.
Cualquier forma de aprendizaje es ejercicio para la materia gris. En principio no importa lo que se aprenda; lo importante para un entrenamiento positivo es mantener la mente ocupada con unos conocimientos que le permitan repetir y memorizar ciertas materias de aprendizaje.
Estudios han demostrado que los programas de ejercicio físico mejoran el rendimiento mental.
A menudo, los trabajos manuales u otros pasatiempos creativos ofrecen excelentes oportunidades de ampliar sus conocimientos y ejercitar sus capacidades mentales.
Sin embargo, también sirven los sudokus, los crucigramas, los juegos de palabras, el ajedrez u otros ejercicios mentales para mantener la agilidad de las células grises.
Por otro lado, los estudios han demostrado que los programas de ejercicio físico mejoran el rendimiento mental.
Aumentan la imaginación espacial, las capacidades de orientación y concentración y la percepción corporal, y contribuyen a vivir de forma activa y a aprovechar su entorno de manera consciente y participativa, por no hablar de las numerosas ventajas que tienen para el sistema circulatorio, la resistencia y el riego sanguíneo.
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