No podemos permanecer impasibles cuando nos levantamos y desayunamos con noticias publicadas en los medios que desprestigian como a profesionales a las personas que trabajamos en las residencias y en los centros de día de la tercera edad, incluso algunos atreviéndose a acusarnos de maltrato psicológico hacia las personas mayores.
El modelo de asistencia que desde hace ya varios años se viene desarrollando e implementando en las residencias y centros de días de la tercera edad tiene como núcleo básico de atención a la persona del residente o del usuario, a sus intereses y preferencias, con la implicación de las familias, para mejorar su calidad de vida, modelo que últimamente se ha venido a consolidar bajo la nomenclatura “Atención centrada en la persona” (ACP).
El equipo interdisciplinar de los centros (auxiliares, técnicos y directores) se preocupan de conocer a la persona mayor, trazando su historia de vida, con el fin de comprenderle mejor, de respetar sus gustos y preferencias, para que pueda continuar siendo la misma persona que fue y, al fin y al cabo, lograr nuestro objetivo en común, que no es otro, que conseguir su bienestar, haciendo su vida más fácil y agradable.
Los equipos directivos dirigen su esfuerzo en planificar e implementar en el seno de nuestras organizaciones una formación orientada a mejorar las competencias técnicas y profesionales de los empleados que atienden a nuestros mayores, potenciando sus conocimientos y dotándoles de las herramientas necesarias para que sean capaces de introducir los cambios que en los procesos formativos les han sido planteados, y de esta forma conseguir implementar un modelo de atención centrado en la persona.
Quedan muchas cosas por hacer, muchas cosas que pulir en el desarrollo de nuestro trabajo y en ese camino estamos, con dedicación y conciencia de que existe una necesidad de cambio en la manera de mirar los centros geriátricos por parte de todos, no sólo de las personas que trabajamos en las residencias.
Al personal se le forma para que trate con suma amabilidad a las personas residentes o usuarias de centros de días. Su formación les enseña que a un anciano no se le trata como a un niño pequeño, pues aunque tenga muchos años, un deterioro cognitivo por sus patologías médicas o vea poco, sigue siendo un hombre o una mujer, con sus derechos y su dignidad, tan íntegros como pueda tenerlos cualquiera de nosotros, y con una larga historia de vida, experiencia y conocimientos acumulados a lo largo de los años que, en muchas ocasiones nos podría sorprender.
Frente a un anciano que se expresa mal y cuesta de entender, no le alzamos la voz, a no ser que de verdad no te oiga, mantenemos la calma, y con un discurso claro y sencillo nos hacemos entender. Muchas veces, ni siquiera el discurso es necesario, basta plantarte delante de la persona, que te vea la cara y tu expresión, y descubres su mirada de complicidad que te confirma que te ha entendido.
Nuestra ética tampoco nos permite hablar en presencia de la persona mayor, como si esta no estuviera….
Le pedimos opinión a la psicóloga de la Residencia Sol i Natura, la Sra. Meritxell Rosa, titulada en un máster de gerontología, una más de esas miles de profesionales que trabajan en las residencias geriátricas por y para nuestros mayores, y le preguntamos por la opinión que le merece oír en los medios que se nos tache de “maltratadores” a los centros. Nos manifiesta que “trabajo desde hace algunos años en el ámbito geriátrico, en residencias. A lo largo de todo este tiempo he tratado a las personas mayores como lo que son: personas de avanzada edad, con su historia de vida, sus experiencias, sus valores, etc, siendo cada uno de ellos una persona singular, individual y especial, diferente a otra (obviamente como todas las personas!).
Sí, seguramente, en los centros geriátricos podemos cometer errores, pero se hace el máximo esfuerzo por todo el personal para acompañar en esta etapa de la vida, suplir aquellas necesidades básicas que no puedan realizar por ellas mismas, escuchar las historias que quieren contarnos y todo aquello que pueda optimizar su calidad de vida dado el cambio que supone vivir en una residencia. Quedan muchas cosas por hacer, muchas cosas que pulir en el desarrollo de nuestro trabajo y en ese camino estamos, con dedicación y conciencia de que existe una necesidad de cambio en la manera de mirar los centros geriátricos por parte de todos, no sólo de las personas que trabajamos en las residencias.
¿Maltrato psicológico? Perdón, pero no puedo evitar esbozar una sonrisa cuando leo el artículo y vuelvo a ver que entre otros, el centro de la diana somos aquellos profesionales entregados a acompañar a nuestros ancianos como personas, personas mayores, con su nombre y apellidos, respetando sus creencias, sus valores, sus sentimientos, sus emociones, pensamientos y todo aquello que hacen que cada persona sea única.
De nuevo, echo en falta que no se hable del maltrato recibido desde las comunidades autónomas, las consejerías y gobierno estatal: los recortes, el eterno convenio de las residencias y otros elementos se manifiestan en auténticos signos que sí deben remarcarse como auténticos factores de maltrato: número limitado de absorbentes (compresas y pañales) necesarios para una persona mayor con incontinencia, eliminación de tratamientos médicos farmacológicos por reducción de costes y ratios en la Sanidad, aumento del grado de deterioro cognitivo y funcional para ahorrar ayudas económicas en el ámbito de la Dependencia, visitas médicas de especialistas que no llegan,… en definitiva, la falta de políticas dirigidas a este sector de la población: los profesionales que nos dedicamos vocacional y profesionalmente al acompañamiento de personas mayores vemos a las personas, no un número de historia ni una etiqueta ni un gasto.
Somos realistas y sabemos que siempre hay cosas para mejorar y en esta mejora está nuestro empeño y desempeño en el día a día y por una vez, sería interesante que las miras se pusieran un poco más arriba de los profesionales de campo. “
Podríamos resumir todo en que en las residencias y centros de día tenemos muy en cuenta a nuestros mayores, como a personas que integran un colectivo vulnerable, y pensamos de corazón en la actitud que debemos adoptar a la hora de cuidarlos, para tener en cuenta su historia de vida y lograr su bienestar.
.
COMENTARIOS RECIENTES