El ser humano, cuando alcanza una edad, se enfrenta al reto de envejecer de una manera muy distinta que el resto de los seres vivos.

Sobre todos los aspectos en el desarrollo de nuestra vida, el que más nos identifica es el factor social, ya que, desde el mismo momento de nuestro nacimiento, vivimos y nos desarrollamos compartiendo con otros seres de nuestra especie, ya sea con la familia, ya con personas de otros ámbitos, colegio, amigos, trabajo…en definitiva, somos seres sociales.

Las diversas complicaciones que se presentan en nuestras vidas cuando envejecemos, afectan en gran medida a nuestra forma habitual de socializar. No solo por la pérdida de aquellos que se fueron, si no que afecciones y patologías propias de la vejez, limitan las relaciones sociales por miedos y vergüenzas.

Depresión, incontinencia, falta de agilidad son algunas de esas patologías que influyen negativamente en el mantenimiento y promoción de la actividad social del mayor.

Es del todo necesario tener presente que, tal y como vivimos en sociedad, debemos esforzarnos por mantener esa dinámica en nuestros años de envejecimiento, manteniendo las relaciones sociales ya existentes e incluso creando otras nuevas.


Tercera Edad no es igual a soledad

Es lo que debemos descartar de nuestra percepción respecto a las personas mayores. A mayor longevidad, entendemos que la persona se va quedando más sola, un aislamiento social que hay que combatir.

A mayor aislamiento menor calidad de vida, vulnerabilidad, inseguridad y dependencia. El anciano se abandona. La integración social es la vuelta a la tortilla.

Sentirse parte de una comunidad fomenta un envejecimiento saludable y dinámico que mantiene a raya las patologías que sin duda se agravan cuando el anciano se siente solo.


Socialización en las personas mayores igual a salud

Los beneficios de las relaciones sociales en las personas mayores, una socialización activa, presenta efectos positivos en enfermedades propias de la tercera edad.

Físicamente, está demostrado que los mayores sufren menos dolores en huesos y articulaciones, se rebaja la hipertensión, se controla mejor la diabetes, y, anímicamente, mejoran los episodios de ansiedad y depresión.

Socializar forma parte de un envejecimiento activo, ya que es necesario participar y atender esas redes sociales que son indispensables para el buen mantenimiento de la vitalidad y la salud.


Consejos para socializar en la tercera edad

La familia. Indispensable. En mayor se siente del todo seguro cuando está integrado en su entorno familiar. Los sentimientos que se generan en este ámbito son de enorme fortaleza lo que les motiva siempre a que se sientan incluidos y útiles, simplemente en la creencia de que aportan en vez de restar.

Los amigos. Su parcela personal fuera del ámbito familiar, en donde encontrar personas que se encuentre en situación similar y con las que pueda compartir experiencias y actividades.

La comunidad. Vecinos de diferentes condiciones y edades, pero con un vínculo referido a una misma situación, ya sean del mismo edificio o del mismo barrio. Aquí encontrarán un lugar donde recibir y aportar, compartir e interactuar en objetivos que afectan a la convivencia.


Es un hecho que todas las personas de la tercera edad que mantienen y cuidan su propia red social consiguen alcanzar una gran mejoría en su bienestar psicológico y físico.

Orientarles y ayudarles a ese mantenimiento conduce a evitarles estrés, a insuflarles confianza seguridad y, en pocas palabra, al mantenimiento de su salud.